¿Un asesino a los altares? 

Jacques Fesch reconoció en su diario que su castigo era una manera de expiar sus pecados y que daba gracias a Dios por tener una “muerte redentora”. 


Tenía 27 años, se llamaba Jacques Fesch y fue guillotinado en París el 1o de octubre de 1957, tras haber sido declarado culpable por haber dado muerte a un policía durante un atraco.

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