Memorias del oratorio Don Bosco

MEMORIAS DEL ORATORIO DE SAN FRANCISCO DE SALES

INTRODUCCION
de San Juan Bosco

¿Por qué y para qué estas memorias?

Muchas veces me pidieron que escribiera las memorias del Oratorio de San Francisco de Sales. Aunque no podía negarme a la autoridad de quien me lo aconsejaba, sin embargo, no me resolví a ocuparme decididamente de ello porque debía hablar de mí mismo demasiado a menudo.

Mas ahora se añade el mandato de una persona de suma autoridad, mandato que no me es dado eludir, y, en consecuencia, me decido a exponer detalles confidenciales que pueden dar luz o ser de alguna utilidad para percatarse de la finalidad que la divina providencia se dignó asignar a la Sociedad de San Francisco de Sales. Quede claro que escribo únicamente para mis queridísimos hijos salesianos, con prohibición de dar publicidad a estas cosas, lo mismo antes que después de mi muerte.

¿Para qué servirá, pues, este trabajo?

Servirá de norma para superar las dificultades futuras, aprendiendo lecciones del pasado. Servirá para dar a conocer cómo el mismo Dios condujo todas las cosas en cada momento.

Servirá de ameno entretenimiento para mis hijos cuando lean las andanzas en que anduvo metido su padre. Y lo leerán con mayor gusto cuando, llamado por Dios a rendir cuenta de mis actos, ya no esté yo entre ellos. Compadecedme, si encontráis hechos expuestos con demasiada complacencia y quizá aparente vanidad. Se trata de un padre que goza contando sus cosas a sus hijos queridos, mientras ellos, a su vez, se gozarán al saber las aventuras del que tanto les amó y tanto se afanó trabajando por su provecho espiritual y material en lo poco y en lo mucho. Presento estas memorias divididas por décadas, o períodos de diez años, porque en cada una de ellas tuvo lugar un notable y sensible desarrollo de nuestra institución. Hijos míos, cuando después de mi muerte, leáis estas memorias, acordaos de que tuvisteis un padre cariñoso, que os las dejó antes de morir en prenda de su cariño paternal. Al recordarme, rogad a Dios por el descanso eterno de mi alma.

Leer más...


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Isabel La Católica, su fama de Santidad

La paradoja de la vida: El burro, el perro y el mono

Por qué enseñar LA TEMPLANZA a los niños desde chicos